A veces el cuerpo se rebela. Son días en los que uno se da cuenta de que el cuerpo va por un lado, que uno no es el cuerpo, porque si lo fuera, si la consciencia gobernara de verdad, no habría esa discordancia. El cuerpo tiene su propia autonomía. No es que se levante sólo y se vaya caminando, y uno no pueda hacer nada, pero sí ha tomado sus propias decisiones en lo concerniente a determinados asuntos.
Por ejemplo, el asma. Soy asmático desde que nací. Mi infancia está llena de recuerdos de noches en vela, en brazos de mis padres, con esa indescriptible agonía de la falta de aire, con los hombros casi en las orejas, y el pecho expandido a más no poder, tratando de capturar lo que más podía de aire. Jarabes de todos los colores y sabores, que debía tomar para mejorar. Años más tarde, inhaladores que proveían una mejora mucho más rápida. Afortunadamente no tuve que pasar por la adrenalina, como mi papá sí tuvo que hacerlo, la única manera de atajar una crisis en sus días de infante. Si el salbutamol me molesta con su leve taquicardia, no imagino qué hubiera sido con un chute de adrenalina, y esa sí pura.
El asma desapareció durante muchos años. De hecho solía decir "Yo era asmático". Últimamente no más. Ha vuelto. Y está persistente. Toso continuamente, no puedo hablar con tanta fluidez porque cada frase viene puntuada por un par de toses. Llevo algo así como un mes usando los inhaladores, y la verdad, sí, mejoro. Pero no siento que sea una mejoría real, duradera. Y me asusta, porque no quiero que en un futuro se complique. Esta ciudad me asfixia de muchas maneras, pero una de ellas es la más obvia: el maldito humo de todos los carros y buses. Seguro que algo tendrá que ver en el renacer de ese karma. Y mi abuelo padeció de enfisema, aunque él fue fumador. Y mi papá heredó la misma maldición de la falta de aire. Y yo me resisto a seguir ese mismo destino. Pero, ¿tiene sentido negar la genética? ¿No es como querer negar la gravedad?
Sé que soy algo hipocondríaco, que a veces temo lo peor cuando siento algunos síntomas y busco en internet qué podrá ser lo que me aqueja. Por estos días ando un poco preocupado al respecto. No me siento bien, y me da miedo seguir así. Y no puedo si no, a veces, pensar en lo terrible que podría ser convertirse en el poco afortunado ganador de una de esas loterías infernales que puede ser una enfermedad degenerativa. Algo como el Parkinson, o el Alzheimer. Sobre todo las cosas que son relativas a la mente me asustan de manera especial: no poder controlar el cuerpo, o que la mente se pierda en las brumas de quién sabe qué dimensión... No poder ser quien eres, como en los horribles cuentos de Lovecraft... ¿Entonces quién serías?
Supongo que mañana cuando me levante debería pensar en otras cosas y tratar de no ocupar mi mente con cosas tan trágicas. Espero que esto sirva para desechar esos pensamientos de mi cabeza. Hay cosas mucho mejores en qué pensar.
sábado, 25 de octubre de 2008
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